La guerra civil española (1936-1939), antesala de la II Guerra Mundial, fue provocada por un golpe de Estado fascista que fracasó gracias a la resistencia del pueblo español, que plantó cara a los sublevados.
El bando republicano agrupaba al Frente Popular, coalición ganadora de las elecciones de febrero de 1936 que incluía a socialistas, republicanos moderados, comunistas y otros partidos de centroizquierda, así como al sindicato anarquista CNT y el apoyo internacional de la Unión Soviética, México y 40.000 voluntarios de más de 50 países.
El bando sublevado estaba conformado por partidos de derecha y extrema derecha, la Iglesia católica, los terratenientes, la burguesía, la aristocracia y buena parte de la jerarquía del Ejército, unidos bajo el odio a un gobierno republicano que hacía tambalear sus privilegios. La Alemania nazi y la Italia fascista financiaron el golpe, colaboraron con su organización e invadieron España con decenas de miles de soldados y su temible aviación, cuyos efectos devastadores arrasaron ciudades y pueblos como Gernika.
La Costa Rica de los años treinta vivió el conflicto como en carne propia. El gobierno autoritario de León Cortés, los primeros pasos de la Generación del 40 y el desgaste del régimen liberal de la «Suiza centroamericana» fueron trastocados por la resistencia heroica de la hermana República Española.
El pueblo costarricense combatió su particular batalla en las páginas de revistas, periódicos, libros y folletos; en boicots antifascistas, en los comités de solidaridad con la República Española y en la participación de voluntarios ticos en ambos bandos.
La “cruzada” católica y anticomunista de Franco tenía la simpatía de la Iglesia costarricense, el gobierno de León Cortés y la derecha –política y mediática– que lo acompañaba y parte de la colonia española en el país.
Por su parte, los sectores progresistas, agrupados bajo diversas organizaciones sindicales, intelectuales, antifascistas y prorrepublicanas y el Partido Comunista de Costa Rica, se volcaron en la solidaridad con la República a través de colectas, envíos de víveres y la encarnizada lucha por la opinión pública.
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